En principio podría estar de acuerdo. Que jodan a esos hijos de puta que talan los bosques y que contaminan los ríos. Abajo la minería ilegal.
Pero como siempre, no todo es tan sencillo. Cuando uno lo mira de lejos puede parece así de fácil, pero a medida que uno se va acercando se hacen evidentes los matices.
¿Qué matices puede haber? La minera es una actividad dañina para el ambiente. Cualquier minería lo es. Basta con conocer cualquier mina para darse cuenta. Y no me refiero solo al ambiente compuestos por las plantitas y arbolitos, sino al ambiente humano. En “minismo infantil” pensar que luego de haber hecho minería a cielo abierto se puede restaurar algo y respetar los derechos de la naturaleza consagrados en la constitución. No se puede restaurar algo donde la misma base de la vida, el suelo, ha sido complemente eliminado. Por no hablar del agua que debe ser devuelta en iguales condiciones a las que fueron extraídas.
Lo único que me parecería ecológico de una minería es que con la plata que genere que conserve y de verdad una superficie igual o mayor a la destruida. Pero no en el mismo sitio. No se si entendieron. NO SE PUEDE. Pero reconozcamos con técnica y sinceridad que el sitio mismo de la mina quedará destruido. Creo que para poder seguir conversando tenemos que tener eso claro.
Los matices vienen por el lado de que el estado ecuatoriano y por ende nosotros podría beneficiarse de los recursos generados por la minería. Las cifras que mencionan los expertos son altas. Sería excelente contar con esos recursos para construir escuelas, capacitar maestros, mejorar el sistema de salud, continuar el trabajo con los discapacitados, construir mejores caminos, invertir en la conservación del patrimonio natural y cultural, mejorar los recursos para que exista una justicia más ágil. Tanta cosa buena se puede hacer con esa plata. A nivel del gobierno central y a nivel de gobiernos locales.
También supongo que la actividad generará empleo. Y eso es bueno. Que la gente pueda comprar comida, que pueda educar a sus hijos, cubrir sus necesidades de salud. Y por que no, darse gustos como viajar, comprarse un blackberry o un buen carro.
Los matices vienen por el lado de que en este juego no solo participan grandes inversores, que generalmente son unos hijos de puta, sino también gente con necesidades insatisfechas. Campesinos que prefieren una vida sacrificada en la mina que robar o pedir caridad.
Esta claro el dilema. Los bosques no da de comer, las minas si. Se puede discutir. Porque bien empleados, los bosques podrían generar ingresos que a lo mejor no son tan abrumadoramente gigantescos como los de la minería si son a largo plazo y en teoría sustentables. Estamos sentados en la mina de oro dice Rafael Correa. Yo pienso que estamos sentados en la mina de los bosques tropicales.
Entonces, volviendo al principio. Podría estar de acuerdo en que fue una buena idea dinamitar unas maquinas que estaban causando un claro perjuicio. Que en principio estaban violando la ley y la constitución mas verde de todas. Me imagino las piezas de metal reventándose y me deleito pensando que ya no se va a destruir más biodiversidad.
Pero la verdad, no creo que sea la manera más adecuada de enfrentar el problema. El precedente es nefasto. De cualquier manera, buena o mala, necesitamos una justicia que parta de un debido proceso. Lo otro es muy peligroso.
Un periodista afin al gobierno critica que los ecologistas no apoyen una medida como esta. Da a entender como que nuestro silencio es cómplice. Y yo le digo, que los que trabajamos seriamente por las causas ambientales hemos denunciado en diferentes espacios y publicaciones lo que pasa en Esmeraldas. Como la provincia verde ha pasado a ser café. Efectivamente no hemos logrado detener la tala. Quizás no hemos dado con la estrategia adecuada, pero nadie como nosotros, los serios, hemos puesto en la mesa de discusión el tema.
No nos escondemos. Pero no nos busquen para avalar una acción contraria a la ley y a la constitución. Asuman como gobierno las consecuencias de lo que están haciendo. Si la gente empieza a tomar medidas de justicia por mano propia para evitar la corrupción de la misma, no vayan a condenarlos con su descarado doble discurso.
No se llamen a engaño. Yo los apoyo y aplaudo si vamos a luchar contra la minería ilegal. Yo les firmo lo que sea para limitar la minería legal a su mínima expresión. Pero los invito a hacer las cosas de otra manera. Firmeza no quiere decir interpretar las letras chiquitas de la ley. Firmeza es actuar derecho en derecho.
Partamos del concepto del “minismo infantil”. Ustedes que son ambientalistas lo saben. No se hagan. No hay minería que no dañe. La mitigación es casi imposible. La compensación no es la panacea, pero por lo menos es más pragmático. Y por cierto, defendamos nuestras áreas protegidas de la minería. A ultranza. Por esos derechos de la naturaleza que pusimos en esa constitución y solo se invoca a veces.
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